La Medicina Estética
aspira a mejorar el aspecto de las personas. Y es la piel facial una de sus
principales preocupaciones. El rostro es como una carta de presentación
muy efectiva, cuando está impecable pero también despiadadamente
implacable, cuando le toca poner “mala cara”. La cara es el mapa en donde la vida
va dejando su huella. La Medicina Estética intenta que esa huella tarde en
aparecer… o no se note mucho.
Sin manchas.
En reglas generales el pronóstico de un tratamiento anti-manchas depende del
tiempo, origen y profundidad de la mancha. Y todo esto se puede establecer con
más o menos precisión durante el acto diagnóstico. Es difícil establecer de
ante-mano el éxito del tratamiento pero lo único cierto es que hay algunas
manchas que desaparecen por completo otras tantas que mejoran
disminuyendo intensidad y muchas que ni se inmutan.
Sin poros, sin
granos, sin brillos. El trío de la grasa, La mayoría de
las pieles con tendencia grasa suelen ser más bien gruesas, con muchos y muy
abiertos poros, con uno o muchos granos y brillan sin decoro como el espejo de la
bruja mala. Se puede mejorar, se puede evitar y se puede hasta curar.
Los mitos del acné juvenil están más que superados y no hay nada atractivo en
una piel acnéica superados los 18 años.
Sin arrugas.
Hace más o menos 20 años, antes de la aparición de la toxina botulinica, los
tratamientos anti-arrugas eran poco más que engaños descarados que se aferraban
de la ilusión y la necesidad de los consumidores. Hoy la lucha contra las
arrugas está ganada. Ahora sólo falta decidir a qué edad quieres empezar a
tenerlas. Los 40 son los nuevos 20 y los 50 son los nuevos 30. Sólo
un detalle: son importantes la familia y los amigos para no perder el
norte.